Aquí os dejo un articulo que próximamente será publicado en prensa. Ya me diréis que os parece.
Cualquiera puede darse una vuelta por Cádiz, y encontrar todo tipo de Hoteles en los lugares más inhóspitos. Hoteles que, cualquiera que tuviera la fortuna de ganar la Primitiva, tendría más sentido común que algunos advenedizos hoteleros, y no se gastaría una millonada en una zona de difícil acceso.
Hoteles junto a aeropuertos, hospitales, acantilados, junto a centros comerciales, junto a carreteras secundarias, en lo alto de una peña, ó incluso junto a campos de fútbol. Mi amigo Javi, cierto día mientras desayunábamos, me señaló a un señor que vestía pantalón rojo, camisa azul y jersey naranja. Remataba el conjunto un par de zapatos color crema, donde se adivinaba unos calcetines negros. Tela. Me decía mi compañero de tostada con zurrapa, que el paseante se había vestido a oscuras. Igual ocurre con algunos promotores y/ó gurús del turismo cuando nos intentan vender habitaciones de hoteles, de dudosa atracción. Cogen el mapa, cierran los ojos y donde caiga el dedo índice, allí empiezan a adular al concejal de turno para que empiece a facilitar la labor de construcción. Si la obra tiene cierto calado, ruedas de prensa, cuantificación de puestos de trabajo directos e indirectos (estos últimos siempre son mas que los primeros. Misterios de la vida), primera piedra, imágenes posteriores de la marcha de las obras, cocktail de inauguración (con presidente y ministros, dependiendo del color del partido local, regional y nacional), placa y empieza la aventura de captar clientes.
El material promocional de estos establecimientos son calcados unos de otros: “Hotel con encanto de reciente construcción” (aunque tenga cinco años, seguirá la coletilla), “estratégicamente situado, entre la sierra y el mar” (es decir, en medio de nada atractivo), “bien comunicado” (si la autovía está cerca, malo y si está lejos peor), “con todas las comodidades como secador de pelo” (¿?), “televisión de plasma” (importantísimo), “canales satélites” (para no perderme la tertulia de RAI 1), y “teléfono directo” (para no tener que hablar con la “operadora”).
Si cogemos los folletos publicitarios de la oferta gastronómica (algunos en folios de colores), la imaginación no es otra cualidad del avispado empresario, y mejor llorar a lágrima viva: “excelente calidad/precio”, “puede encontrar una extensa carta”, “elaborada con productos de primera calidad y con un servicio que satisfacerá a los clientes más exigentes”. Olé.
Los nuevos publicistas mas arriesgados, nos dicen que comeremos en un marco incomparable (como si fuéramos un cuadro). Si el cocinero se cree otro químico de la cocina, los platos serán “vanguardistas conservando los sabores tradicionales”. Cuidado con esto que nos vamos a comer una espuma de Berza, y la pringá vendrá en un sorbete con cañita. Precisamente en sorbete me dieron cierto día yogurt con foie. Se pueden imaginar como estaba eso.
Cuidado con los Hoteles bien situados, porque a la postre, pueden reconvertir el negocio, a ese lugar donde nadie ha ido jamás, ó solo a tomarnos una copa.